¡Gracias muchachos!
Por: Johanna Peters

Ya con Nairo Quintana y
Rigoberto Urán, en el Giro de Italia, sentí algo que confirmé ahora con el
Mundial. Les debemos estos momentos de felicidad a unas personas que han tenido
que luchar solos para salir adelante y que lo han hecho con todas las
probabilidades en contra, casi siempre a causa de los problemas de nuestro país.
Los ejemplos sobran.
Nairo Quitana, por ejemplo, empezó a montar en bicicleta no por diversión, sino
para evitar tener que ir caminando diariamente a la escuela que quedaba a 18
kilómetros de su casa, cerca de Cómbita, en Boyacá. Nunca hizo parte de escuelas
de ciclismo de niño, nunca le ofrecieron algún programa extracurricular
relacionado al tema y menos tuvo recursos para invertir en equipos
sofisticados.
Los paramilitares
asesinaron al padre de Rigoberto Urán por andar montando en bicicleta en una
carretera.A los 14 años a Rigoberto le tocó empezar a vender chance para
mantener a su familia en Urrao, y vio en la bicicleta usada, que le había
acondicionado su padre, una forma de honrar su memoria.
Similar tragedia vivió
Juan Cuadrado, quien también perdió a su padre a manos de los ‘paras’ en
Necoclí. Su madre tuvo que dejarlo al cuidado de su abuela para poder
sostenerlo e irse a trabajar a una bananera. Hoy, como hace 20 años, en Necoclí
lo que hay son canchas de barro y Cuadrado salió adelante en el fútbol por
talento, ganas y el tesón de su mamá, pero no por que hubieran apoyado su
talento de manera organizada desde el colegio o fuera de él.
Carlos Bacca vendía
pescado de niño para ayudar a la economía familiar y aun entrenando con el
Junior necesitaba trabajar como asistente de bus para poder pagar las cuentas.
Jackson Martínez, oriundo de la olvidada Quibdó no solo aprendió a jugar sin
guayos ni indumentaria, sino que empezó en el fútbol colombiano profesional
ganando 400 mil pesos mensuales.
Estos sacrificios y
estas historias se repiten en casi todos los deportistas profesionales del país
y los casos aquí reseñados son solo una pequeña muestra. Por eso, sin importar
si la Selección pasa otra ronda, si Nairo o Rigoberto ganan más competencias o
si otros deportistas se destacan en otros campos, todos ellos son ganadores y,
ante todo, héroes.
Héroes porque le ganaron
a la falta de oportunidades cuando eran niños, a la falta de Estado para
protegerlos y promover su talento, y a la falta de patrocinios.
Por eso quiero darles
las gracias. ¡Gracias por la dicha de verlos ganar, de verlos con la tricolor y
de hacernos sentir ganadores!
Portafolio,
Julio 4 de 2014
Gracias a estas personas qué con tan poco y a pesar de las vicisitudes pudieron superarse y ayudar a otros; nosotros podemos entender casi de primera mano, que se puede; y nuestra labor ahora se inscribe en mostrar a esa población que aún nos cree, que también ellos pueden. Sólo se necesita voluntad, dedicación, amor, y sacrificio - porque no todo es fácil - para que los sueños se vuelvan reales.
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