No más tableros ni profesores
despreocupados
En un estudio sin precedentes realizado en escuelas
públicas de Latinoamérica, el Banco Mundial encontró la clave para mejorar la
educación.
En un barrio marginal de la ciudad de Santiago de Chile, está ubicado el
Liceo Bicentenario San Pedro, inaugurado en 2012. A pesar de que este colegio
público fue fundado hace apenas dos años y atiende a población altamente
vulnerable, que por lo general tiene bajo rendimiento académico, el plantel ha
ocupado el cuarto puesto en las pruebas nacionales entre las escuelas
municipales de Chile.
El inusitado éxito no es gratuito. El alcalde local, Germán Codina, opina
que los buenos resultados son la consecuencia lógica de contratar jóvenes
maestros con alto grado de motivación y compromiso, quienes reciben formación
continua y dedican más tiempo a su preparación.
Estos maestros han logrado captar la atención de sus alumnos, lo que parece
un hecho sin mayor relevancia, pero confrontado con los hechos, no lo es. Lo
común en las escuelas de América Latina es ver al profesor escribiendo en el
tablero dándoles la espalda a sus alumnos, quienes hablan entre ellos sin
atender a su profesor. Continuando así el ciclo de la memorización de conceptos
sin ningún tipo de racionalización, como lo reseña el semanario inglés The
Economist en su último número.
Las cifras demuestran que cada vez se matriculan más para cursar educación
básica. En 1960, en la región de América Latina y el Caribe, un adulto promedio
contaba con algo más de cuatro años de escolaridad. En 2010, la cifra superó
los diez años, lo que lo acercó al promedio internacional de 12 años y supone
un gran progreso.
Pero a pesar de estos buenos resultados, la evidencia demuestra que a pesar
de asistir más años a la escuela, los estudiantes no aprenden lo suficiente. El
desempeño en las pruebas PISA de muchos países de la región es inferior a la de
sus pares en los países desarrollados en matemáticas y comprensión de
lectura.
La fórmula del atraso de la educación en América Latina, según The
Economist, se puede resumir así: profesionales mediocres, mal entrenados,
que enseñan mal y están mal pagos (sus salarios son entre el 10 por ciento y el
50 por ciento menores a los de otros profesionales).
Investigadores del Banco Mundial realizaron visitas sorpresa a 15.000 aulas
en más de 3.000 escuelas públicas de diferentes países latinoamericanos entre
2009 y 2013. En este ejercicio, el más grande hecho hasta ahora, observaron que
los profesores dedicaban solo el 65 por ciento de las horas de clase a enseñar.
El tiempo perdido en cada clase equivale a un día por semana.
También se dieron cuenta de que a pesar de contar con suficiente material
didáctico y equipos tecnológicos, los educadores utilizaban el tablero como su
principal herramienta. El resultado fue comparado con el de algunas escuelas
norteamericanas consideradas de “buenas prácticas”, que utilizaban de manera
más eficiente su tiempo para enseñar.
Las grandes reformas están todavía por llegar a los países en vía de desarrollo.
Esto se debe a que es complejo ir en contra de sistemas que por años se han
resistido al cambio. Sin embargo, países como Chile, Ecuador, México, Perú y
Brasil, han propuesto leyes ambiciosas que rompen con los paradigmas
preestablecidos. Muchas de estas nuevas propuestas apuntan a volver permanente
y continua la evaluación de los maestros y remunerarlos y promoverlos por
logros y no por antigüedad.
Aún ningún país latinoamericano está liderando una reforma estructural con
un sistema de evaluación riguroso en el que los profesores que obtengan malos
resultados sean expulsados de la profesión y donde los buenos sean cada vez
mejor remunerados. Una reforma al currículo de la carrera también puede atraer
a reclutas más brillantes a la profesión, como lo afirma Barbara Bruns, la
autora principal del informe.
Según el estudio, para cerrar la brecha histórica del atraso educativo de
los países latinoamericanos los maestros deben ser adecuadamente incorporados,
entrenados y recompensados, y los colegios deben establecer una sana
competencia, retándose para alcanzar cada vez mejores resultados en las pruebas
nacionales y hacerlos públicos.
Algunas experiencias esperanzadoras son las de países como Perú, Brasil y
Chile. Este último ha logrado posicionar la educación en lo más alto de la
agenda política con una efectiva presión del movimiento estudiantil. La
propuesta chilena pretende implementar medidas de choque que permitan un mayor
retorno económico e invertir estos recursos en la formación de maestros con calidad
de exportación.
Semana,
01 agosto
2014
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