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Análisis de las pruebas Pisa desde el aula

Análisis desde el aula de las pruebas Pisa
Por. Julio Parra

Gran alboroto ha ocasionado en nuestro medio el ranking de las pruebas Pisa[1] 2012. En diciembre se conoció que Colombia entre 65 territorios había quedado de 62 en matemáticas, de 57 en lectura y de 60 en ciencias. Recientemente se han conocido los resultados en la prueba de resolución de problemas, en la cual no se presentaron sino 44 países y ocupamos la última casilla.
Las pruebas PISA son realizadas cada tres años bajo la dirección de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) a jóvenes de 15 años. En ella participan aproximadamente la tercera parte de las naciones que conforman la ONU. La intervención colombiana en las pruebas, data desde la cuarta convocatoria, es decir desde el 2006.
Los resultados colombianos en sus tres participaciones, han sido muy similares en cada uno de los campos evaluados, como lo muestran las gráficas[2]; lo cual refleja la poca dinámica del sector; y obviamente, de no propiciarse cambios profundos, se continuará oscilando de manera análoga en el futuro.
Presentar las pruebas no es malo, lo reprochable es no  extraer las debidas conclusiones y no actuar de manera sopesada y consensuada; lo censurable es
quedarse con la visión a priori de las cifras, sin ir a lo profundo y sin tener en cuenta lo contextual; lo malo es buscar soluciones de manera precipitada, sin un análisis juicioso de todos los factores que inciden.
Compararnos con otros no es dañino, lo negativo es olvidar las diferencias, las condiciones específicas de cada quien, rasgarse las vestiduras y angustiarse por no estar entre los primeros, hacer señalamientos, buscar culpables en los otros, o sólo en uno de los componentes.

Quienes señalan exclusivamente a uno de los factores como culpable, no entienden la filosofía de Pisa, ni comprenden que las capacidades, habilidades y actitudes necesarias para afrontar exitosamente las pruebas, es la resultante de múltiples factores sociales, culturales, familiares y escolares.
Es fácil actuar, como hacen los medios, con muy contadas excepciones, cual si no se tuviera nada que ver y titular: “nos rajamos”, “últimos”, “otra vez en la cola”, etc. Contribuyendo a la desesperanza, al pesimismo y evidenciando una vez más, una de las fallas que tenemos en Pisa, el poco análisis. Los medios, antes que señalar y presionar soluciones rápidas o plantear salidas simplistas, deben mirarse a sí mismos y tratar de contribuir positivamente.
Lo ideal es que todos fuéramos autocríticos, que cada quien reconociera su parte de culpa y diseñara aportes precisos para mejorar las cosas. No sólo hay que preguntar qué hacen los otros, hay que preguntarnos qué podemos hacer cada uno para mejorar la situación. Sí cada quien hace un balance autocrítico de su responsabilidad y de su potencial, muy seguramente en cada nueva evaluación, se apreciará el avance.
En éste marco sí podemos preguntar: qué debe hacer el gobierno, el ministerio de educación, el parlamento, las secretarías del ramo, la familia, la sociedad, los medios, los estudiantes, los docentes, entre otros, para mejorar. Desde luego, el avance será mayor si se toman medidas bien reflexionadas, sin precipitación, pero que vayan a la raíz del asunto, que toquen todos los factores y nos involucren a todos.
Desde una óptica rankinométrica, podría decirse que si se toman las medidas necesarias y nos trazamos metas que correspondan con nuestras fuerzas, paulatinamente se irá avanzando en el ranking, pues las cosas no se darán de un día para otro. Se puede pensar en un primer momento en superar el promedio latinoamericano, luego en estar entre los primeros de Hispanoamérica, posteriormente alcanzar el promedio de Europa, En seguida llegar al promedio de  OCDE y así sucesivamente.
Pensar en estar entre los primeros, pese a la disparidad, sin medidas radicales y en poco tiempo, es iluso. Pero tomar decisiones claves y trazar metas en consonancia con nuestras condiciones, puede conducirnos bastante lejos no sólo en el ranking Pisa.
La participación colombiana en las pruebas Pisa, arroja importante información, alguna de la cual ya existía en el país con las pruebas nacionales, y que no ha sido suficientemente aprovechada. Apreciando la riqueza estadística de que hacen alarde los organizadores de Pisa, uno se pregunta: ¿qué tal si hiciéramos un manejo similar al de Pisa de nuestras pruebas Saber?
Igualmente, cabe la pregunta: ¿qué cambios han arrojado las tres participaciones en Pisa y las demás evaluaciones? Al respecto podemos decir que: a nivel nacional vemos la reorientación de las pruebas Saber, en el ámbito regional e institucional se sabe de diversos casos en los que se contratan preparatorios de exámenes y simulacros, lo cual no está mal, pero es del todo insuficiente. Para que nos vaya bien en las pruebas, no basta con hacer más o perfeccionar las existentes, se requieren transformaciones de mayor calado.
Es indiscutible que aplicar una misma prueba a todo el mundo, medir con un rasero estándar tan disímiles poblaciones, no deja de ser una limitante; igualmente es un inconveniente la diferencia cultural entre quienes la elaboran y las regiones en donde se aplica; pero de todas formas el proceso Pisa arroja muchos datos importantes. Uno de los hallazgos más significativos, es que “no hay un solo país exitoso donde la educación no sea una prioridad nacional”.
Entre la diversa información Pisa, podemos destacar: les va mejor a los estudiantes que han tenido más de un grado de preescolar[3], el rol clave de la lectura[4], el papel de la disciplina, la asistencia y la relación con los docentes[5], el sofisma de la privatización[6], los efectos positivos de la autonomía escolar[7], lo primordial de la dedicación de los padres[8], la retribución de los docentes[9], las salidas pedagógicas[10], el que todos los niños pueden aprender todo, etc., etc.
Los datos Pisa corroboran más de una afirmación hecha desde nuestras aulas: que la magnitud y uso racional del presupuesto es importante, que la desigualdad e inequidad afectan notablemente el rendimiento escolar, que el equipo y material de que dispone el docente es de gran ayuda, que el entorno social es vital, que la situación socio económica juega, que el desarrollo cultural y la valoración de la sociedad sobre la educación tienen notable incidencia en el rendimiento escolar, etc., etc.
Es evidente que se debe trabajar más y mejor en educación, pero no sólo para unas pruebas, eso sería la resultante obvia, si sólo se trabaja para el examen se descuida la formación integral. Las pruebas son una fotografía de un momento dado y de una parte, obviamente descontextualizada del todo. En el mejor de los casos son un buen indicador. Las pruebas Pisa no deben ser un fin; el objetivo debe ser mejorar ostensiblemente en todos los ámbitos del la labor educativa, desde luego afectando todos los factores que inciden en su calidad.
Hay quienes muestran la impactante y descorazonadora imagen de las enormes distancias con los primeros del ranking;[11] dicho ejercicio sin más y descontextualizado no arroja mayor cosa; no hay que olvidar que cuando se observan datos comparativos, es necesario tener en cuenta las situaciones reales de ingresos, de nivel cultural, de acceso a los bienes culturales, de alimentación, de dinámica social, de desarrollo, de empleo, de recursos, sus diferentes problemas, etc.
En Colombia, por ejemplo, pesan además otros asuntos en el rendimiento de los estudiantes, como por ejemplo el Conflicto Armado, el cual tiene una incidencia más grande de lo que muchos imaginan. ¿Cuánto ha incidido la persecución y asesinato de educadores reflexivos? ¿Cuánta desmotivación ha ocasionado en nuestros estudiantes la intolerancia y violencia que nos agobia en tantas regiones? Sin duda, cuando se llegue a una solución política y dialogada del conflicto, habrá importantes cambios en el ambiente de estudio.
Hay algo más útil que sólo resaltar las distancias en el ranking Pisa, como averiguar que han hecho países exitosos como Corea, Singapur, Japón, Finlandia, Canadá, etc.  y demás; mirar qué medidas tomaron hace decenios y cómo hacen para mantenerse en primera línea, de qué disfrutan los estudiantes, cómo están sus profesores, cuántos estudiantes hay por docente, qué tan importante es para la sociedad el trabajar en educación, cuánto dedican del PIB a la educación, etc., etc.
Son muchos los factores que juegan en el buen rendimiento escolar: las expectativas sociales, lo imaginarios de la juventud, la situación de satisfacción de la juventud, sus posibilidades de ingreso a la universidad o de obtención de de un empleo digno, la valoración de los docentes, su retribución, su formación, su selección, etc., etc.

Al mirar con más detalle los datos Pisa que nos corresponden, hay algo bastante inquietante: el gran porcentaje de nuestros estudiantes que se encuentran por debajo del nivel básico.[12] En las gráficas puede observarse la situación:
Aproximadamente a la mitad del alumnado se les dificulta entender y utilizar textos escritos, reflexionar sobre ellos y relacionarse con los mismos, interpretarlos y analizarlos. Y ni hablar de utilizar la lectura para la vida y tomar sus propias posiciones.
En ciencias la situación es un poco más grave; pues más de la mitad del estudiantado se encuentra por debajo del nivel básico.

Eso significa que a nuestros jóvenes se les dificulta explicar fenómenos científicos y extraer conclusiones, aplicar conocimientos, identificar preguntas y adquirir conocimiento nuevo a partir de su bagaje, etc.
Y finalmente, como es de esperar, por nuestras tradiciones, las cosas en matemáticas aún son más preocupantes.
Tener ésta proporción por debajo del nivel básico, implica que más del 70% de nuestros estudiantes tienen dificultad para formular, emplear e interpretar las matemáticas en contextos variados, que hay falencia en razonamiento matemático y en la utilización de conceptos, procedimientos y herramientas de éste campo.

E igualmente hay dificultad para describir, explicar y predecir, para hacer juicios bien fundados y tomar decisiones, para conocer, resolver y formular problemas matemáticos, etc.
Todo esto nos deja prácticamente sin aire; y una vez más se hace evidente que se requieren grandes cambios en todas las instancias, políticas y componentes. Habrá quien, desde la óptica del ranking, instará a prepararnos para la siguientes pruebas, priorizando los aspectos evaluables.
Sin embargo, es fundamental extender la visión de trabajar no para X o Y prueba, sino mejorando en ámbitos claves de la labor educativa, teniendo los resultados no como un objetivo sino como una resultante obvia pero no determinante. Los fines de la educación deben relacionarse con nuestra realidad, deben responder a nuestras condiciones, a nuestras necesidades, a nuestros problemas.
Los medios se han ocupado esencialmente del puesto en el ranking, sin embargo nuestra preocupación no debe ser el puesto, si se avanza, poco importa la ubicación, aunque naturalmente se irá ascendiendo. Si el objetivo es una mejor colocación se avanzará menos que si se trazan metas más amplias y útiles para el país.

En ésta ocasión hubo, como se expresó al comienzo, una cuarta prueba: “la resolución de problemas”, aspecto en el que se esperaría nos fuera mejor, pues suele especularse en los medios con nuestro “impresionante” ingenio, pero las cosas no salieron bien.
Y de nuevo lo inquietante es la cantidad de estudiantes que se encuentra por debajo del nivel básico, el 61.5%. La prueba requería que los estudiantes se mostraran abiertos “a explorar lo novedoso, tolerar dudas e incertidumbre, y atreverse a usar la intuición para poder abordar una solución”.[13] Esta prueba además de la habilidad para adaptarse, aprender, proyectarse, atreverse a probar nuevas alternativas, requería persistencia en el trabajo mental y una actitud proclive a encontrar soluciones a los problemas; aspecto en el que al parecer fallamos.
En la prueba de resolución de problemas debe resaltarse que, a ciudades como Medellín y Manizales, les fue mejor que a Bogotá. Quizá en Manizales ya se manifiesta el interesante trabajo que vienen haciendo en lectura. Lo de Medellín igualmente tiene que ver con la mayor atención que vienen prestando al sector educativo y quizá muy pronto se vean los efectos positivos de la inversión que están haciendo en ciencias.
De todo esto salen variadas tareas que no dan espera: hay que acostumbrarnos a aplicar el conocimiento y no sólo a repetirlo o reproducirlo, hay que insistir menos en los algoritmos y más en el análisis, hay que trabajar más y mejor la lectura, con miras a que se comprenda íntegramente el sentido de lo que se lee, dedicando más espacio a la interpretación, al debate, a la argumentación, a la extracción de las ideas principales de un texto y a la expresión de su opinión con sus propias palabras, a criticar con fundamento, a asumir posición, hay que prestar más atención a la experimentación, a la deducción e inducción, a inferir, a proponer; hay que enfatizar menos en la cantidad de información, y más en la priorización de la misma, en acentuar lo relevante y proporcionar lo pertinente, requerimos menos memoria y más problemas que conlleven a pensar,  que exijan cada vez un mayor nivel de pensamiento.
Reiteramos, hay tareas para todos, incluidos los directivos docentes, quienes a la vez que nos cuidamos de caer en el juego de la presión a estudiantes y docentes, nos exijamos a fondo para orientar, para dirigir el cambio, para instar y ayudar a modificar costumbres y actitudes malsanas, para que sin desmedro de la mejora de lo cognitivo, se preste suficiente atención a lo procedimental y a lo actitudinal,[14] para contribuir en la adquisición de los elementos indispensables para el buen trabajo docente y para estimular de manera multifacética la participación de toda la comunidad educativa y para contribuir a aumentar la motivación de los estudiantes hacia lo lectivo.
Habrá quienes cuestionen la participación en Pisa o quienes la desdeñan; pero lo cierto es que es un hecho, que hay una valiosa información que debe ser aprovechada por todos y que el magisterio debe reflexionar y tomar las decisiones que requiere la mejora educativa nacional y presionar cambios profundos en materia de políticas educativas y presupuesto.
Todos podemos y debemos contribuir a interesar más a la sociedad en el tema educativo, a exigir al estado y a la sociedad una actuación más comprometida y racional con la educación. El magisterio debe estudiar las diversas propuestas existentes y en conjunto con las propias, perfeccionar una alternativa, y según el caso, persuadir o presionar por políticas y medidas que ataquen de raíz la grave problemática educativa nacional.
25-04-14



[1] PISA: Programme for Internacional Student Assessment (Programa para la evaluación internacional de estudiantes).
[2] Las diversas gráficas son de elaboración propia, pero todas las cifras del presente estudio han sido tomados de la OCDE: http://www.oecd.org/pisa/test/
[3] Pisa In Focus No. 1, en http://www.oecd.org/pisa/pisaproducts/pisainfocus.htm
[4] Pisa In Focus No. 2
[5] Pisa In Focus No. 4
[6] Pues en iguales condiciones el rendimiento es muy similar. Ver Pisa In Focus No.  7
[7] Pisa In Focus No. 9
[8] Pisa In Focus No. 10
[9] Pisa In Focus 16
[10] Pisa In Focus No. 18
[11] Al respecto del ranking, ojalá en las siguientes versiones aparezca China en su integridad y como ahora, separada en territorios como Macao, Shangai, Taipei, Hong Kong.
[12] Nivel dos de los seis que catalogados.

[13] VerPisa in focus No. 38
[14] Entendidas éstas categorías en sentido pedagógico y en su versión más avanzada y crítica.

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